Con un territorio largo y angosto, Chile posee 4% de los glaciares del mundo y el 80% de los de Sudamérica, ubicados en la Cordillera de los Andes. Es una de las reservas de agua más importantes del mundo, pero todo podría cambiar rápidamente por los efectos del calentamiento global.
El país sede de la COP25 de cambio climático, el evento anual de Naciones Unidas más importante en la temática, está trabajando en un nuevo inventario de los glaciares del país. Con tan solo la mitad del diagnóstico avanzado, ya se sabe que el pronóstico es grave.
Excepto tres, todas las masas de hielo presentes en Chile están retrocediendo y muchas de ellas se han fragmentado, lo cual acelera el derretimiento aún más. A la par del cambio climático, las actividades industriales como la minería se suman a la lista de amenazas.
En este contexto, Chile está discutiendo en el Congreso una ley que busca proteger a los glaciares y que, si finalmente se aprueba, convertiría al país en el segundo del mundo en tener una normativa como esta. El primero fue Argentina en 2011.
Estimación en proceso
A pesar de ser el país más importante de la región en términos de glaciares, el conocimiento que se tiene sobre ellos dista mucho de ser el ideal.
“No sabemos exactamente cuántas masas de hielo tenemos, ni tampoco cuál es el volumen real que poseen”, asegura Francisco Ferrando, académico del Departamento de Geografía de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.
Hasta ahora se han contabilizado más de 24 mil glaciares con una superficie de una hectárea o más, como parte del inventario.
“Muchos se están fragmentando y hemos encontrado hasta nueve pedazos provenientes de una misma masa de hielo”, dice Gino Casassa, jefe de la Unidad de Glaciología y Nieves de la Dirección Nacional de Aguas.
Estos casos extremos seguirán siendo monitoreados, agrega el glaciólogo, aún cuando su tamaño sea menor al mínimo que permite la tecnología con la que se está confeccionando el catastro.
“En Chile tenemos un aumento de temperatura relativamente moderado por la fuerte influencia del Océano Pacífico, pero en las zonas de montaña eso no es así y es ahí donde se encuentran los glaciares”, explica el experto.
Lo anterior es uno los factores que propicia el derretimiento de las masas de hielo. Pero además, la extensa geografía de Chile no ayuda en su defensa. Se pueden encontrar glaciares en la alta montaña, en el norte y centro del país, pero también en grandes extensiones o campos de hielo en la Patagonia. Esto dificulta su estudio.
El cambio climático es la amenaza más fuerte. Todos los modelos predicen que las precipitaciones en el norte y centro de Chile bajarán considerablemente, dice Fabrice Lambert, profesor del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile e investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia CR2.
Además, la cota de altura donde ahora cae agua en vez de nieve es cada vez más alta. Así, la menor cantidad de precipitación tiene, además, menos posibilidades de convertirse en hielo.
En agosto, el Instituto Antártico Chileno publicó un estudio sobre las precipitaciones de nieve en la alta montaña al este de la ciudad de Santiago. Desde finales de los 70, estas han disminuido tres centímetros por década, resultando en una merma anual de los deshielos de entre 8.54 y 15.14 gigatoneladas, o el equivalente al consumo de agua de todo Chile durante 14 años.
Efecto humano
Otro factor de presión sobre los glaciares son las actividades humanas y en un país minero como lo es Chile – donde el 45% del total de sus exportaciones provienen de la minería– esto cobra gran importancia.
“Las actividades mineras generan distintos tipos de contaminantes que pueden afectar a los glaciares”, explica Francisco Ferrando. Como las minas son a cielo abierto, los efectos en las masas de hielo son muy diversos, dependiendo de la cercanía de la faena.
Muchos materiales estériles se depositan sobre los glaciares rocosos, por ejemplo. “Esto genera una sobrecarga y desestabiliza la estructura del hielo”, continúa el científico.
Por ello, está en discusión en el Congreso un proyecto de ley que busca proteger a los glaciares. Si bien hay cierto consenso entre los parlamentarios y autoridades de la necesidad de esta protección, el proyecto no está exento de polémica. Si se aprueba, no sólo se frenarían futuros proyectos mineros, sino que también cuatro minas? actualmente en operaciones tendrían que cerrar.
Las minas de Los Bronces, Los Pelambres, Codelco División Andina y El Teniente en el centro del país tendrían que cerrar. Se perderían 35 mil puestos de trabajo directos y otros 100 mil indirectos. Un estudio de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) analizó los impactos de la ley y estimó que la producción minera de Chile se reduciría en 30%.
Esto ocurriría porque la ley no solo considera proteger a los glaciares, sino también al ambiente periglaciar (suelos congelados) y al permafrost (un tipo de suelo o roca con una fracción permanentemente congelada). El área protegida sería mucho más extensa. Y, además, la regulación sería retroactiva.
La estimación del impacto de la industria minera en los glaciares, según el informe de Cochilco, es de aproximadamente 35 millones de metros cúbicos, cifra similar a la mitad del agua que actualmente desala esta industria al año. Y la minería es responsable del 3% del de agua total de agua del país.
Debate sobre el proyecto
“Este proyecto de ley es un buen comienzo, pero hay varias cosas que mejorar”, opina Francisco Ferrando. “Chile es un país minero y eso no se puede desconocer”, agrega finalmente.
Por su parte, Gino Casassa asegura no estar convencido de que se necesite una ley específica para proteger a los glaciares.
“Hay un solo país que la tiene, pero en cambio existen varias naciones que sin ella son buenos ejemplos de protección, como Canadá, Suiza o Noruega”, dice. Hay que mejorar y robustecer la normativa ambiental que ya tiene Chile, continúa, y, además, se puede optar por la minería subterránea.
Actualmente, el 86% de los glaciares son parte de las Áreas Silvestres Protegidas y el resto está salvaguardado por el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental. Algo que según la opinión de Fernanda Miranda, geógrafa de la Fundación Terram, no es suficiente.
“La representatividad de los glaciares en las áreas protegidas es muy baja y, además, falta mucho por inventariar”, explica. Pero ese no sería el único conflicto. “Estas superficies tampoco representan la realidad de la zona norte y centro del país”, agrega.
Si bien el 88% de los glaciares de Chile están concentrados en el extremo sur -en los campos de hielo de la Patagonia-, el resto se encuentra mayoritariamente en el norte y centro del país, donde son críticos para la seguridad hídrica.
Pero además, continúa la geógrafa, la opción de la minería subterránea en torno a los glaciares es discutible. “En ninguna parte del mundo hay experiencia con ella”, dice.
En toda esta discusión hay otros factores que se han dejado de lado y que también son una presión negativa para los glaciares.
El carbono negro que viene de las grandes ciudades como Santiago, también puede ser una fuente de peligro, dice Fabrice Lambert. Datos obtenidos por el científico demuestran la presencia de este contaminante en la nieve de alta montaña, pero faltan datos para determinar su impacto.
Independientemente de lo que resulte de la discusión de la propuesta de ley, esta sirve para poner el tema bajo el escrutinio público, opina Fernanda Miranda. “Sobre todo porque los glaciares están ausentes del proceso de la COP25”, asegura.