Yumbo es una ciudad industrial ubicada en el Valle del Cauca, cerca del Pacífico colombiano. Se convirtió en un refugio para miles de personas desplazadas por la violencia que ha afectado al país durante más de 50 años, alcanzando así entre 1975 y 2015 la tasa de crecimiento más alta de todo Colombia, más que las ciudades más importantes, como Bogotá, Medellín o Cali, la capital del departamento.
La industria y el comercio de la ciudad ―sus fábricas producen cosméticos, artículos de construcción, papelería y alimentos― han generado elevados ingresos. Sin embargo, en todo Yumbo, cuatro de cada 10 personas viven en pobreza.
Y, según Oswaldo López Bernal, profesor de arquitectura de la Universidad del Valle, investigadores han descubierto que la contaminación generada por las fábricas eleva la temperatura de Yumbo unos cinco grados, en promedio, por encima de la de los otros barrios de Cali, ubicados a tan solo unos minutos de distancia, al sur.
Estas paradojas han exigido mucha imaginación y perseverancia a los habitantes de Yumbo preocupados por el ambiente. En medio de esta preocupante situación, donde la pobreza se une a la contaminación y al abandono, las personas en Yumbo han empezado a buscar alternativas teniendo en cuenta un factor determinante: el cambio climático. Reforestación, huertas urbanas, colectores de agua en parques públicos, son algunas iniciativas que han empezado a mover a esta población.
Reforestando realidad
Panorama es un barrio marginal del norte de Yumbo. Hasta finales de la década de 1990, aún no había sido reconocido en los planes oficiales de ordenamiento territorial, señala Miguel Ledesma, residente local. Esto significaba que no disponía de servicios básicos como suministro eléctrico, agua potable y alcantarillado.
Ledesma puso remedio a esta situación con un grupo de vecinos, llevando los servicios públicos a la comunidad antes de que lo consiguiera la administración local, y fundó la Junta de Acción Comuna.
“Luego (de lograrlo), nos enfocamos en convertirnos en una fundación ambiental”, recuerda Ledesma. Le pusieron de nombre Fundación Ambiental Compromiso Yumbeño (Facy), una organización protectora de la naturaleza en el barrio Panorama. Facy refleja la convicción de Ledesma de que es esencial tomar más medidas para afrontar el cambio climático y sus consecuencias para su ciudad.
El principal proyecto que tiene Facy, es la reforestación del cerro de La Estancia, una parte fundamental de esa populosa comuna de Yumbo, donde se han levantado centenares de casas. Y, poco a poco, en este agreste lugar en medio de fábricas, empezó a crecer un bosque para todos los vecinos.
Crearon un sendero verde, una franja de 500 metros de longitud que se ha conservado como una zona de protección. Lugareños le han contado a Diálogo Chino que esta zona pronto adquirió importancia para la comunidad por ser una de las pocas zonas de vegetación que quedaban en el barrio.
Sin embargo, meses después, cuando continuaban plantando árboles en La Estancia, esta fue invadida por decenas de familias empobrecidas. Derribaron parte de la vegetación reforestada y ocuparon las tierras. “Dañaron todo lo que habíamos logrado. Uno que otro árbol que llegaba al cauce se salvó, pero por lo demás, prácticamente todo quedó afectado”, dice Ledesma.
Luego de esta invasión, Facy tomó la decisión de cambiar su enfoque hacia la horticultura, potenciando el conocimiento campesino que muchas de las familias ya poseían e intentando un nuevo camino.
Durante este proceso, Facy obtuvo recursos de la Secretaría de Planeación Municipal, empresas de la Alianza Empresarial de Yumbo y Juntas de Acción Comunal en áreas circundantes al proyecto, lo que mejoró significativamente la implementación de las actividades.
También contaron con la colaboración de actores internacionales como el proyecto Adapto (Adaptación al Cambio Climático en Asentamientos Informales), que busca la creación de condiciones de crecimiento y la transferencia de estrategias informales de adaptación en ciudades pequeñas y medianas para su integración en las políticas públicas.
Según Adapto e investigadores de la Universidad del Valle, la realidad del barrio Panorama es la realidad de América Latina, una región que tiene un marcado déficit de infraestructuras urbanas preparadas para hacer frente a los impactos del cambio climático.
Y este vacío afecta de manera más severa a las comunidades que residen en asentamientos informales. La falta de sistemas de saneamiento y drenaje pluvial, acceso al agua potable, gestión de residuos, suministro de energía y transporte adecuado se refleja en la vida cotidiana.
Ante este abandono, las personas en esta zona del país han desarrollado mecanismos para combatir el cambio climático y así mejorar la calidad de vida de ellos y de las futuras generaciones.
Soluciones creativas en Yumbo
Al oeste de Panorama se encuentra el barrio de Las Américas. Aquí, varios grupos se han unido para tratar de hacer frente a las inundaciones causadas por las fuertes lluvias.
Con el apoyo del Laboratorio de Intervención Urbana ―un grupo de profesores investigadores de la Universidad del Valle que trabajan en procesos comunitarios relacionados con el cambio climático― residentes y líderes locales idearon dos mecanismos de drenaje: el Sistema de Drenaje Urbano Sostenible (SUDS) de bajo costo y un sistema de filtración, basado en un colector de aguas pluviales.
Finalizados en 2021, ambos tienen como objetivo reducir el riesgo de inundaciones y suministrar agua a los nuevos huertos comunitarios.
Para el Colector de Aguas de Lluvia tuvieron que ser muy creativos. Construyeron gradas en los alrededores de la cancha de fútbol que servirían para filtrar y almacenar agua de la lluvia.
“La solución consistió en un sistema urbano de drenaje a través de gradas filtrantes y un sistema de recolección de aguas que, cuando comienza a llover, convierte las gradas en un filtro que retiene el agua”, explica el explica el profesor López, que también es miembro del Laboratorio de Intervención Urbana.
Esta infraestructura de aguas pluviales se instaló bajo tierra y se pavimentó, rodeando el campo de fútbol, y además funcionó como un sendero peatonal que mejoró la calidad del espacio público.
Este enfoque de infraestructura ecológica y económica permite que las aguas pluviales se retengan y se filtren gradualmente en el suelo, en lugar de sobrecargar la capacidad del suelo y el sistema de alcantarillado para la absorción y gestión del agua.
El equipo logró obtener una patente de invención y espera que en el futuro se pueda replicar en zonas con condiciones similares.
Sembrando conciencia
Viviana Marín, una mujer de 40 años que estudia enfermería, vive en el barrio Panorama desde los nueve años. Forma parte de la iniciativa de Huertos Comunitarios, que también respalda la reforestación del cerro La Estancia.
Esta iniciativa busca combatir la inseguridad alimentaria y concienciar a la comunidad sobre la importancia de la conservación del medioambiente a través de sesiones de formación y la creación de huertos domésticos.
También aprenden sobre sistemas de compostaje y gestión de residuos, y tienen el objetivo de fomentar la autonomía alimentaria y promover alimentos con valor cultural. Viviana ha sembrado repollos, cilantro, zanahoria, hierbas medicinales y aromáticas. Dice que ella sabía cómo hacerlo porque su papá es un campesino del Cauca, quien le enseñó las bases, y en el proyecto, mejoró la técnica.
Pero quizás el logro más importante es mejorar la calidad de vida de las familias que participan. “No nos digamos mentiras, el sueldo que uno tiene, realmente no nos alcanza. El huerto nos ayuda a sobrellevar el tema”, cuenta.
Del huerto de Viviana también han salido plantas para el sendero que cuida Ledesma en el cerro de la Estancia. Este trabajo conjunto la ha llevado a desarrollar una fuerte conciencia ambiental en Yumbo. “¿Cómo sería nuestra vida sin todos estos árboles? Tendríamos pura contaminación”, concluye.
Felipe Cárdenas, director del Observatorio Iberoamericano de Sociopolítica Cultura y Ambiente y docente de la Universidad de la Sábana, cree que lo ambiental y la lucha contra el cambio climático tienen que ser vistos como una realidad de las comunidades, y algo que les interesa mitigar.
Cárdenas añade que no son los académicos los que marcan el rumbo, sino que gran parte del conocimiento ambiental se construye con la reflexión de los saberes de la población, ya sean campesinos, indígenas o ancestrales.
“El tema ambiental en Colombia y América Latina ha ido generando toda una estructura epistemológica que proviene de la base”, dice. “Hay todo un universo mental y una estructura por descubrir y potenciar”, concluye.
Este artículo ha sido elaborado con el apoyo de Voces Climáticas, una iniciativa del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, LatinClima, el Centro Científico Tropical (CCT), Claves 21, la Red de Conocimiento sobre Clima y Desarrollo, y la Fundación Futuro Latinoamericano.