La metrópoli plantea grandes desafíos a la hora de pensar un sistema de medios de transporte que sea efectivo y que se conjugue con una buena calidad de vida y la protección del ambiente. De eso se trata la “movilidad sustentable”. En busca del tránsito perfecto.
Los expertos en urbanismo coinciden en que la forma en que nos movemos en las ciudades determina en gran medida nuestra calidad de vida. Es por eso que movilizarnos de manera racional sirve, entonces, no sólo para llegar más rápido y mejor a donde queremos ir, sino también para prevenir las llamadas “enfermedades de la civilización”.
El profesor Jorge Navarro explica que este tipo de enfermedades “están en auge y tienen una carga de mortalidad e invalidez muy alta”. Se trata de enfermedades cardiovasculares (infartos), metabólicas (diabetes y obesidad, entre otras) e invalidantes (como la artrosis). Tienen que ver con los ámbitos en los que vivimos, la polución atmosférica y el sedentarismo”. Y da un dato importante: “son prevenibles en el 80 por ciento de los casos”.
A eso se abocan quienes proponen avanzar hacia una “movilidad sustentable“, un concepto que incluye usar menos el auto y más el transporte público, andar en bicicleta y caminar más.
Movernos más
Al ser consultado, el arquitecto Andrés Borthagaray dice que la movilidad sustentable “no se trata de movernos menos, sino de movernos de una forma más inteligente, todos”. Y agrega: “Es ver cuál es la forma en que se puede viajar del mejor modo y con la mejor calidad posible, con el menor consumo de energía, tiempo y espacio para satisfacer las necesidades de movilidad de una sociedad”.
En la Ciudad de Buenos Aires, tener que manejar un auto hasta 45 minutos para hacer un trayecto de apenas 5 kilómetros, además de una pérdida de tiempo, es dañino para la salud, principalmente por el estrés que genera, además del daño social de la contaminación ambiental que genera.
Y no se trata de una cuestión individual. Cada día por la Capital Federal circulan casi 2 millones de autos particulares y se espera que esa cantidad aumente, conforme se calcula que el parque automotor se duplicará en los próximos cinco años.
A eso hay que sumarle los 38.000 taxis porteños. En ciudades como París o Nueva York, hay alrededor de 15.000.
Más y mejor transporte público
Navarro comenta que “en promedio, en cada auto que circula por la Ciudad de Buenos Aires, viajan 1,2 personas. Eso es muy poco, el auto ocupa mucho espacio, contamina y obstaculiza al transporte público”.
“Cuarenta autos en una avenida colapsan el tránsito, mientras que en un sólo colectivo viaja el doble de personas que en cuarenta autos”, concluye.
Y hay otros datos contundentes: según información provista por el programa de Movilidad Sustentable del Gobierno de la Ciudad, mientras que los colectivos transportan al 71 por ciento de los pasajeros, los autos particulares y los taxis, juntos, ocupan el 93 por ciento del espacio vial.
Además de esas enfermedades prevenibles, dice Navarro, “otro tema que vemos hoy es el del cambio climático por la emisión de los gases de efecto invernadero. Un auto emite en un año aproximadamente tres veces su peso gases de efecto invernadero”.
Para Navarro, trabajar por una movilidad sustentable es apuntar a mejorar el tránsito, prevenir enfermedades y disminuir la contaminación, tanto atmosférica como auditiva.
Borthagaray agrega otra cuestión importante: la seguridad vial. “En comparación con las ciudades europeas, las víctimas por accidentes de tránsito en ciudades como las nuestras tienden a ser el doble y hay muchos más peatones entre las víctimas. Y eso es algo totalmente evitable, asegura”.
“Buenos Aires es una ciudad que en la parte central tiene una estructura que sirve muy bien para el transporte público y en la que se puede caminar bien, con calles agradables, con arbolado. Pero la periferia es mucho más dependiente del auto y es una tendencia que crece. Y para Borthagaray eso es negativo: “Una cosa es poder tener el auto para lo que hace falta y otra es tener una dependencia del auto”, opina.
El arquitecto, especialista en planeamiento estratégico, considera que “en algún momento Buenos Aires fue muy de avanzada para su tiempo. Ahora tiene una cosa mezclada, de aspectos de avanzada, y otros que vienen de ideas que ya se fueron superando. Pero el potencial lo tiene”, asegura.
Como parte de ese potencial de la metrópoli porteña, destaca los “800 kilómetros de red ferroviaria suburbana, junto con los 45 kilómetros del subte. Además, los colectivos cubren el área metropolitana la mayor parte del día. Todo eso tiene un valor que no es despreciable”, afirma.
Sin embargo, menciona que “hay que mejorar mucho el servicio del transporte público”.
Movilidad sustentable
A la hora de pasar a las propuestas para lograr esa “movilidad sustentable”, hay mucho que puede hacerse. Borthagaray reafirma la necesidad de darle prioridad de circulación al transporte público, mejorar la calidad del servicio, hacerlos más seguros, confiables y puntuales y atender al problema de la congestión, el impacto del ruido y la contaminación.
Asimismo, considera clave expandir la red de subterráneos, así como también poder combinar un transporte con otro. También ve importantes los acuerdos de políticas entre el gobierno porteño y los gobiernos de los municipios del Conurbano.
Navarro dice que hay que tratar de que las personas caminen más o usen bicicletas. “Con la bicicleta se hace trabajo aeróbico y se trabaja el sistema cardiovascular, mejorando la calidad metabólica y la capacidad de llevar oxígeno y nutrientes a la sangre. La bici mejora globalmente nuestra calidad de vida”, asegura.
Con respecto a las bicisendas de la Ciudad, opina que aunque “el plan está muy retrasado; cuando esté terminada, la red de bicisendas va a ser algo muy útil”.
Otra propuesta es la de los “barrios lentos”: áreas de la ciudad con velocidades máximas que no superen los 30km por hora.
Ser creativos
El arquitecto Borthagaray propone poner el foco en la definición de prioridades a la hora de pensar nuevas infraestructuras: “Si uno piensa que hay que hacer más para el transporte público, es una cosa. Si uno piensa que hay que hacer más autopistas y playas de estacionamiento, es otra. Y en general, en las principales ciudades, la elección es mejorar la oferta de transporte público, promover el tránsito peatonal y el uso de bicicletas”.
Y resume: “La movilidad sustentable pasa por ser creativos para sacar un máximo provecho del espacio y la energía”.
El profesor Jorge Navarro asegura que “cuando se piden bicisendas, por ejemplo, lo que se está haciendo es tratando de vaciar de enfermos a los hospitales”. Pero reconoce que “se trata de cambios culturales que requieren tiempo, difusión” y “que se sostengan más allá de una gestión de un gobierno en particular”.
Link de interés:
Manifiesto Ciudadano por una Movilidad Sustentable en Buenos Aires.
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